¿Es que nadie sabe por qué vuelan los aviones?


Leo en un libro de Manu Leguineche:
Cuando era un niño […] veía pasar los aviones que iban o venían de la vecina Francia. Me preguntaba cómo podría volar el artefacto. Todavía no lo sé.

En todas partes acecha la falsa, la artificial división entre ciencias y letras. El libro (El club de los faltos de cariño) es brillante, reflexivo, pero Leguineche, gran escritor y periodista, deja claro que puede pasar por la vida sin saber, aunque sea por encima, por qué vuelan los aviones. Eso sí, nunca dirá nada semejante sobre mitología griega o política internacional, por ejemplo. La ciencia, por lo visto, sigue siendo esa hermana inútil, fria y peligrosa del conocimiento humano.

Richard Feynman, el gran físico norteamericano, escribió:
Los poetas dicen que la ciencia elimina la belleza de las estrellas, simples globos de átomos de gas. Nada es “simple”. Yo también puedo contemplar las estrellas en una noche despejada y sentirlas. ¿Pero veo más o menos que ellos? […] La verdad es mucho más maravillosa de lo que cualquier poeta del pasado pudo imaginar. ¿Por qué los poetas del presente no hablan de ella? ¿Qué clase de personas son los poetas, que pueden hablar de Júpiter como si fuera un hombre, pero si es una inmensa esfera en rotación de metano y amoniaco deben permanecer mudos?

No puedo terminar sin enlazar esta explicación apta para todos los públicos de por qué vuelan los aviones.

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