¿Ciencia-ficción feminista?

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El otro día, un amable lector me confesó que mi novela Kepler 22B: un planeta, dos mundos le parecía una obra de ciencia-ficción sexista. Y no lo decía como un halago, precisamente. Una opinión muy respetable que, como todas las opiniones honestas, siempre se agradece.

Si no has leído la novela, apuesto a que ahora estás pensando que la novela debe de estar protagonizada prototípicos héroes masculinos, algo así como aguerridos soldados o tal vez abnegados científicos del futuro, y que seguramente las mujeres tendrán un papel secundario e instrumental, ¿verdad?

Es lógico que pienses así, porque es lo que habitualmente hemos encontrado en el género de la ficción científica. Pero los tiempos cambian. La acusación de sexismo era justo del signo contrario. Aquel lector me dijo que mi novela es sexista porque está protagonizada por personajes femeninos y los hombres tienen un papel secundario e instrumental.

El matriarcado del futuro

Cuando imaginé la historia de Kepler 22B: un planeta, dos mundos, medité durante mucho tiempo, como cualquier escritor de ciencia ficción, acerca de cuáles serían las coordenadas básicas de ese mundo futuro al que estaba dando forma. Uno nunca puede imaginar todos los detalles, claro, pero sí centrarse en algunos que resulten plausibles a partir del estado actual de nuestra sociedad y de su evolución histórica.

Además de los típicos adelantos tecnológicos como robots que hacen el trabajo pesado, vehículos espaciales o pantallas de ordenador holográficas, imaginé una sociedad donde, siguiendo una tendencia sociológica que en la actualidad parece imparable, el patriarcado tradicional se hubiese convertido en un matriarcado.

Así, la protagonista de Kepler 22B: un planeta, dos mundos es una científica brillante de treinta y tantos años, resolutiva e inteligente, que desembarca en una colonia espacial donde el gobierno al completo, así como todos los puestos de responsabilidad, están a cargo de mujeres. Los hombres ocupan cargos subalternos, como secretarios, ayudantes, conserjes o soldados en un ejército comandado por oficiales femeninos.

En el otro extremo, existe en la novela una sociedad medievalista afincada en el mismo planeta que adora a dioses imaginarios y se comporta de forma abyecta. Está gobernada por un rey absolutista y bastante tronado que manipula a sus súbditos con total desparpajo. Su hijo, que ejerce de coprotagonista en la novela y de interés romántico de la protagonista, no es tan retorcido como el padre, aunque comparte muchos de sus rasgos, y termina por ejercer de puente entre los dos mundos.

La novela plantea un conflicto entre estas dos sociedades: la sociedad moderna, científica y racionalista simbolizada por el gobierno democrático de las mujeres y la sociedad anticuada, supersticiosa y violenta simbolizada por el gobierno dictatorial de los hombres.

Así que, sí, mi novela es conscientemente sexista, aunque sea un sexismo utilitarista, esto es, un sexismo que se utiliza como vehículo para transmitir un mensaje, no necesariamente como la ilustración de una utopía. De hecho, la colonia de Kepler 22B dista mucho de ser utópica, pero esa es otra historia.

¿Ciencia-ficción feminista?

Ahora viene la pregunta: ¿alguien hubiera notado el sexismo de Kepler 22B: un planeta, dos mundos si yo hubiera cambiado los papeles femeninos por los masculinos?

Creo que no. A cualquier aficionado al género le hubiera parecido lo más normal del mundo. Y te digo por qué.

En ese caso, tendríamos como protagonista a un científico brillante de treinta y tantos años, resolutivo e inteligente, que desembarca en una colonia espacial donde el gobierno al completo, así como todos los puestos de responsabilidad, estarían a cargo de hombres. Las mujeres solo ocuparían cargos subalternos como secretarias, ayudantes o limpiadoras.

Es decir, lo habitual. Pero espera, que aún hay más.

En el otro extremo, tendríamos una sociedad medievalista que adoraría a dioses imaginarios y estaría gobernada por una reina absolutista y bastante tronada que manipularía a sus súbditos con total desparpajo. Su hija, que ejercería de coprotagonista en la novela y de interés romántico de nuestro protagonista, no sería tan retorcida como la madre, aunque compartiría muchos de sus rasgos, y terminaría por ejercer de puente entre los dos mundos.

¿Te suena ese reparto de papeles? Lo hemos visto, con infinitas variaciones, un montón de veces y nadie hasta ahora, en el que los movimientos feministas se han hecho tan fuertes que empiezan a poner verdaderamente nervioso a más de uno, había reparado en ello. Pero si cambias los papeles para poner a las mujeres en el lugar protagonista y a los hombres en el de subalternos, no tardará en aparecer alguien para llamarte feminazi.

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Héroe clásico de ciencia-ficción usando su testosterona para hacer frente a extraterrestres con gafas. Si los extraterrestres fueran de género femenino, inteligentes e independientes, el autor hubiera sido un feminazi. Salvo que el héroe hubiera terminado enrollándose con ellas, claro.  


Ni michismi ni feminismi

He aquí algunos ejemplos rápidos, cogidos así, a vuelapluma, de novelas de ciencia-ficción archiconocidas de diferentes épocas donde el machismo no solo existe, sino que se muestra como algo normalizado sin que nadie se lleve las manos a la cabeza:

  • Fundación de Isaac Asimov (1951). Ni una sola mujer tiene el más mínimo protagonismo ni ocupa algún puesto de importancia en el futuro remoto imaginado por Asimov. Cierto, esto es fruto del pensamiento de la época en la que fue escrito y es un mal común a casi toda la ciencia ficción clásica, y el propio Asimov, que era un tipo muy inteligente, remedió su error en los ochenta, cuando retomó su producción de ficción introduciendo interesantes personajes femeninos en el centro de las tramas. Pero ahí queda el hecho incontrovertible, y al parecer no tan asombroso, de que en toda una galaxia colonizada por seres humanos no hubiera ni una sola mujer en un puesto de resposabilidad.
  • El juego de Ender de Orson Scott Card (1985). Otro clásico indiscutible, ¿verdad? Pues bien, los únicos personajes femeninos que aparecen en esta fantasía enfermiza son una madre desnaturalizada, una hermana que traiciona al protagonista por debilidad mental y una chica cuyo mayor mérito es protagonizar la única misión fallida de todo el libro. Y a nadie le extraña.
  • The Maze Runner, de James Dasher (2009). Esta saga superventas reproduce en cantidades industriales muchos clichés de género fantástico y de ciencia-ficción sin que nadie parezca ofenderse: tenemos al héroe perfecto, a la heroína que necesita su protección y acaba por traicionarlo, a otra chica cuyo principal rasgo de identidad es que anda enamorada en secreto del protagonista y, por supuesto, a la científica malísima que ocupa un puesto de responsabilidad solo para hacer la puñeta.    

¿Y qué me dices del cine? ¿Recuerdas muchos personajes femeninos que no fueran más que simples floreros, algo más que la chica del protagonista, en La invasión de los ladrones de cuerpos (1954), Regreso al futuro (1985) o Iron Man (2008), por citar solo tres ejemplos de diferentes épocas?

Yo tampoco. Durante mucho tiempo, eso no pareció molestar a nadie porque la ciencia ficción siempre había sido así. Pero las cosas son así hasta que dejan de serlo. Y ahora, en esta tercera década cuarto del siglo XXI que estamos a punto de afrontar, me parece que la revolución feminista definitiva ha venido para quedarse.

Ah, y si eres uno de esos que aún repite esa frase de "ni machismo, ni feminismo: igualdad", tómate un minuto para pasarte por la Wikipedia para leer la definición de feminismo. O, mejor aún, por el diccionario de la Real Academia de la Lengua, que es una organización muy poco sospechosa de alojar a feminazis entre sus filas.

¿Y tú qué opinas?

¿Crees que el fantástico y la ciencia ficción han sido géneros históricamente más misóginos que otros? ¿Te parece necesaria la literatura de ciencia ficción feminista o, directamente, sexista como forma de compensación? Puedes dejar tu opinión en los comentarios y lo hablamos.

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