Si lo has adivinado es que eres un auténtico ochenter y te mereces al menos diez gallifantes. En efecto, unos y otros fueron grandes éxitos de taquilla del cine norteamericano de los años 80 y 90 y hoy se han convertido en mitos populares de aquella época. Pero tienen otra cosa en común: un tipo con nombre de descubridor de continentes y cara del niño repelente de la clase.
Hola. Soy Chris Columbus y mis padres eran unos cachondos a la hora de elegir nombre. (1) |
Este señor es guionista, director y productor de cine. No lo encontrarás en ninguna lista de los mejores en ninguna de esas categorías. No es ningún genio, ni destaca por nada en particular, ni ha creado un estilo propio, ni sus películas se analizan en las escuelas de cine. Sin embargo, algo debe tener porque su nombre aparece en los créditos de un buen puñado de películas míticas. De su cabeza surgieron goonies y gremlins, literalmente.
Hoy te invito a repasar la impagable filmografía de este artesano anodino que, por méritos propios, ha sabido trascender sus límites y convertirse en alguien tan importante en el cine popular de las últimas décadas.
"Gremlins" (Joe Dante, 1984)
Chris Columbus consiguió colocar con 25 añitos un guión titulado “Gremlins” en el despacho de algún pez gordo de la productora de Steven Spielberg, Amblin Enternatinment. El propio Spielberg se acabó encaprichando con el guión, que en su versión original era aún más gamberro y políticamente incorrecto (un concepto que entonces no existía) de lo que se trasladó a la pantalla, pero que los productores decidieron suavizar para lograr atraer a los cines a un público familiar. Joe Dante (“Piraña”, “El chip prodigioso”), el director, prefería la versión salvaje, y en el tira y afloja entre unos y otros se colaron algunos de los hallazgos (y de las fisuras, que también las hay) más recordados de la película. El resultado es el que todos conocemos: una de las películas icónicas de los años 80.
"Los Goonies" ("The Goonies", Richard Donner, 1985)
Si te he dicho que Columbus es el creador de goonies y gremlins es porque el segundo guión que vendió a la Amblin fue nada más y nada menos que el de “The Goonies”, una película generacional para muchos cuarentones que aún lucen con orgullo sus camisetas con reproducciones del mapa de Willy el Tuerto. Dirigida por otro artesano muy en forma en aquella época, Richard Donner (“La profecía”, “Supermán”, “Arma letal”), marcó la senda que durante años seguirían las películas y los libros de aventuras juveniles: un grupo de amigos con distintas habilidades, un tesoro por descubrir, un ambiente entre siniestro y divertido y grandes dosis de aventura en vena.
"El secreto de la pirámide" o "El joven Sherlock Holmes" ("Young Sherlock Holmes", Barry Levinson, 1985)
El siguiente guión firmado por Chris Columbus fue una nueva superproducción de Amblin Entertainment dirigida por el entonces principiante Barry Levinson (“Rain Man”, “Sleepers”, “Acoso”). De nuevo, una película de aventuras orientada al público adolescente, esta vez imaginando un supuesto encuentro de juventud entre los inmortales personajes creados por Arthur Conan Doyle, que se verán envueltos en una aventura de tintes fantásticos.
El resultado en taquilla fue discreto, pero suficiente para que Columbus se hiciera definitivamente un hueco en la industria. Una curiosidad: la del caballero de la vidriera fue la primera animación fotorrealista realizada con ordenador de la historia del cine (te recuerdo que en 1985 aún estaba de moda el ZX Spectrum). Detrás de aquel prodigio estaba un joven técnico de Lucasfilm llamado John Lasseter.
"Aventuras en la gran ciudad" ("Adventures in Babysitter", Chris Columbus, 1987)
Y llegó el salto a la dirección. Tras la repercusión alcanzada por goonies y gremlins, Columbus tuvo la ocasión de dirigir una simpática y aventurera comedia juvenil escrita por David Simkins y protagonizada por Elisabeth Shue (“Leaving Las Vegas”). Fue una película modesta, pero con el tiempo se ha ganado la fama de pequeño clásico. Algunas escenas se han convertido antológicas, como la del mecánico que la pequeña Sara confunde con el dios Thor, o la del club de jazz donde Albert Collins gruñe aquella frase: “De aquí nadie se marcha sin cantar un blues”.
"Solo en casa" ("Home Alone", Chris Columbus, 1990)
El éxito de “Home Alone” fue tan grande que sorprendió incluso a su productor, el avispado John Hughes (“El club de los cinco”, “La chica de rosa”). Lo que iba a ser una típica comedia navideña para consumir y olvidar se convirtió, gracias a unos ramalazos de humor gamberro más propio de goonies y gremlins que de Santa Claus, en la película más taquillera del año. La historia del niño de aspecto adorable (aunque muchos dirían después que Macaulay Culkin era cualquier cosa menos adorable) que, por error, pasa la Navidad solo en su casa defendiéndose de unos ineptos ladrones que intentan colarse en ella, tiene mucho del salvajismo de los Looney Tunes mezclado con el almíbar habitual de las comedias familiares.
Chris Columbus, de nuevo tras la cámara, sin grandes alardes y contra todo pronóstico, supo encontrar el equilibrio adecuado entre esos dos tonos antagónicos, firmando otra de las películas más recordadas de la época. Dos años después llegó una secuela que repitió el mismo esquema con mucha menos frescura.
"Señora Doubtfire" o "Papá por siempre" ("Mrs. Doubtfire", Chris Columbus, 1993)
Columbus se confirmó como el rey del “cine familiar” con este otro taquillazo a partir de un guión ajeno. Curiosamente, después de triunfar como guionista de éxito en la primera parte de su carrera, ahora funcionaban mucho mejor las películas que dirigía pero no escribía (dos años antes, Columbus había rodado su guión “Yo, tú y mamá”, que pasó sin pena ni gloria por la taquilla).
Asociado en esta ocasión con un Robin Williams en el cénit de su popularidad después de participar en “El club de los poetas muertos”, “Despertares” y “El rey pescador”, consiguió de nuevo llenar los cines gracias a esta comedia de enredos familiares que cuenta con un par de momentos verdaderamente hilarantes, dirigida de manera tan correcta como impersonal.
"El hombre bicentenario" ("Bicentennial Man", 1999)
Columbus se vino arriba después de escribir, producir y dirigir “Nueve meses” (“Nine months”, 1995), una comedia en torno a la paternidad que tuvo un gran éxito aprovechando el tirón que tenía en aquel entonces su protagonista masculino, Hugh Grant.
Así las cosas, se embarcó en un ambicioso proyecto, la adaptación del cuento “El hombre bicentenario”, de Isaac Asimov. El buen doctor casi nunca ha tenido suerte con las adaptaciones de sus obras al cine, y la que nos ocupa no rompió la mala racha. Se trató de una superproducción de 100 millones de dólares que no logró recuperar la inversión, a pesar de estar de nuevo protagonizada por Robin Williams, y que además se llevó el varapalo unánime de la crítica, que la acusó de ser excesivamente sensiblera y de cambiar sin ninguna justificación demasiadas cosas de su ilustre modelo literario.
Con el transcurso del tiempo, tanto “Nueve meses” como “El hombre bicentenario” han caído en un relativo, y tal vez justo, olvido.
"Harry Potter y la piedra filosofal" ("Harry Potter and the Philosopher’s Stone", 2001)
El productor David Heyman compró en 1999 los derechos para la gran pantalla de la saga que estaba escribiendo J. K. Rowling, que acababa de despegar en las librerías. Sin duda tuvo un olfato excelente. Después de tantear a directores tan dispares como Robert Zemeckis o Alan Parker, el proyecto cayó en manos de Chris Columbus, de quien se esperaba que pudiera dar un “toque mágico al estilo Amblin” a esta arriesgada adaptación.
El resultado es historia. La superproducción, que costó 125 millones de dólares de la época y se filmó en un tiempo récord, arrasó la taquilla, forma parte de la memoria colectiva de toda una generación y dio inicio a una de las sagas de películas con más adeptos de la historia del cine.
"Harry Potter y la cámara secreta" ("Harry Potter and the Chamber of Secrets", Chris Columbus, 2002)
Columbus también dirigió la adaptación de la segunda novela de J. K. Rowling. Como hubo quien le acusó de ser demasiado infantil en “La piedra filosofal” (se ve que esa gente estaba en el cuarto de baño durante el enfrentamiento final entre Harry y Quirrell), el tono de “La cámara secreta”, sin dejar de ser jovial, resulta más grave y oscuro, como habría de ocurrir en los sucesivos episodios de la serie, donde Columbus ya no estaría tras las cámaras.
“La cámara secreta” -no podía ser de otra manera- resultó un gran éxito de público (y también de crítica, lo que resulta más difícil de explicar) y representó el inicio de la decadencia, al menos de momento, en la carrera de su director.
"Percy Jackson y el ladrón del rayo" ("Percy Jackson & the Olympians: The Lightning Thief", Chris Columbus, 2010)
Después de un par de desastrosas incursiones en el musical (“Rent”, 2005) y en la comedia romántica (“I Love You, Beth Cooper”, 2009), Columbus necesitaba un nuevo éxito con el que remontar su carrera. Por suerte, como productor no le había ido nada mal durante la primera década del siglo XXI (“Los 4 fantásticos”, “Noche en el museo”), y pudo llegar a un acuerdo con la 20th Century Fox, propietaria de los derechos de adaptación de la serie “Percy Jackson y los dioses del Olimpo”, escrita por Rick Riordan. Esta serie había tenido un gran éxito de ventas en todo el mundo, y sus similitudes con Harry Potter eran evidentes. Así que era inevitable que alguien hiciera un intento de poner en marcha una franquicia tan ambiciosa como la del joven mago. ¿Quién mejor que Columbus para ello?
El resultado no pudo ser más decepcionante. Ni Percy Jackson es Harry Potter, ni Riordan es J. K. Rowling, ni el guión de Joe Stillman y Craig Titley estaba a la altura de los de Steve Kloves. El resultado fue una comedia de acción para consumo adolescente que pasó sin pena ni gloria, impropia del hombre que creó a goonies y gremlins. Y todavía hubo una secuela, más floja todavía, en la que Columbus solo figuró como productor.
"Pixels" (Chris Columbus, 2015)
La última película firmada hasta el momento por nuestro hombre es “Pixels”, un extraño vehículo nostálgico centrado en los años 80. No parece casualidad que Chris Columbus busque en la época de goonies y gremlins su particular piedra filosofal.
El argumento da bastantes pistas acerca del tono de la película: unos extraterrestres envían a una flota de videojuegos ochenteros para invadir la Tierra. Tal cual. A mí, como a cualquier lector de Stephen King, me gustan los argumentos descabellados (a veces te conducen a lugares ignotos que no sospechabas que existían), y me maravilla que alguien sea capaz de levantar una producción de millones de dólares a partir de unas premisas como esas. Pero lo cierto es que el chiste no fue bien recibido por su público natural, es decir, por los cuarentones nostálgicos, ni tampoco por el público natural suplente, o sea, los hijos de los cuarentones nostálgicos.
Teniendo en cuenta que su trayectoria en los últimos años no parece muy alentadora, no es de extrañar que Columbus haya vuelto a mirar hacia atrás, a los tiempos míticos poblados por goonies y gremlins. Sí, amiguito: parece que ya tiene preparado el guión de un remake/reboot/secuela/lo-que-sea de Gremlins que promete ser más oscuro y retorcido que el original. Andan involucrados en ello productores como David Katzenberg o el mismísimo Steven Spielberg. Y, no te lo pierdas, también hay insistentes rumores de que una secuela de “Los Goonies”, donde Columbus podría ser guionista, productor o ambas cosas a la vez, estaría ya en la cocina y vería la luz en los próximos años.
Como decía Carol Anne en “Poltergeist 2” con aquella vocecita que helaba la sangre: “Han vueeeltooo”.
¿Y tú qué opinas? ¿Cuál es tu película preferida de Chris Columbus?
Cuéntame en los comentarios cuál de estas películas es tu preferida y por qué. ¿Echas de menos alguna película de Chris Columbus en la lista?
Créditos de las imágenes
- (1) Luigi Novi, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=30001522
- Los carteles de las películas son propiedad de sus autores y de las respectivas distribuidoras autorizadas.
Fuentes:
- Valoraciones críticas procedentes de Filmaffinity, IMDB, Rotten Tomatoes y Metacritic.
- Datos económicos extraídos de Wikipedia.
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